Los canes –de toda raza, tamaño y color-, o el llamado cheating como se dice
en inglés –hacer trampa- son tan viejos como el automovilismo mismo. En nuestra
jerga, se los llama simplemente perros. Los hay de varios tipos; si son
técnicos deben ser lo suficientemente bien pensados para que no salten en la
revisión.
Muchos años más tarde y en concordancia con la instalación de la
industria automotriz surgió en 1957 una nueva categoría, que al principio
recibió el nombre de Standard. Con el tiempo tuvo otras denominaciones, como
Turismo Mejorado, Turismo Anexo “J”, una versión de mayor preparación llamada
Turismo Grupo 2, Turismo Nacional desde 1971, luego Turismo Pista para volver a
Turismo Nacional, como se la conoce hasta hoy.
En esta historia vamos a rescatar una anécdota protagonizada por
dos Isard Royal T700, tal la denominación oficial en Argentina. Esta cupé fue
producida originalmente en Alemania por la fábrica de Hans Glas y en Argentina
fue construido bajo licencia por la empresa Los Cedros. Lo impulsaba un
excelente motor de cuatro tiempos de dos cilindros opuestos refrigerado por
aire de 682 cm3. Estaba alimentado por un carburador Solex 32 PCI y producía 30
HP a 4900 rpm. Tenía una caja de cuatro marchas sincronizadas, palanca al piso
y tracción trasera. Su velocidad máxima era de 111 km/h.
Los Isard T700 compitieron en Argentina a partir de 1960, año en
el que largaron por primera vez el Gran Premio del Automóvil Club Argentino.
Fueron cinco T700 inscriptos en la Clase “B” conducidos por Juan Carlos
Garavaglia, Herminio Angeletti, Ernesto B. Turini, Julio D. Tomasi y “Don
Segundo Sombra”, apodo del Dr. Teodoro Alvarez Eguileta. Por esas
particularidades de la categoría Standard –luego Turismo Mejorado-difíciles de
comprender, a partir de 1961 el Isard T700 fue recategorizado en la Clase “A”,
la de menor cilindrada, y sus principales rivales eran los De Carlo 700 y NSU
Prinz. En 1965 lograron su único triunfo en el Gran Premio -en su clase, claro-
cuando José M. Paillot le ganó por 15 minutos a Rogelio Scaramella con un De
Carlo 700. La despedida se produjo en 1967 debido a que cesó la producción del
auto y ya fuera de homologación los Royal T700 dejaron de competir.
La historia que aquí contamos sucedió durante un Gran Premio de
Turismo y la tomamos de uno de los anecdotarios de Parabrisas Corsa, en este
caso de la edición 263 del 4 de mayo de 1971. Los autos que la protagonizaban
fueron los de un equipo particular formado por dos Isard T700 que en una época
habían pertenecido a los hermanos Paillot.
En realidad ninguna de las dos máquinas “Singer” –tal el apodo
de estas cupés debido a su particular sonido- estaba encuadrada en el
reglamento del Turismo Anexo “J”. Perreando las cajas de velocidades y el
diferencial se lograban una mejor aceleración y una velocidad final superior a
un régimen de vueltas menor. Sin duda era una serie de ventajas considerables y
los que peleaban la punta tenían que recurrir a ese artilugio ilegal o
conformarse con una performance bastante pobre.
Fue así que los autos en cuestión llegaron a la última etapa y
uno de ellos prefirió perder media hora en carrera para cambiar el diferencial
por el que estaba homologado. Mientras que el otro, que tenía la caja de
velocidades del Isard 1204 –el modelo superior de la marca- no podía hacerlo ya
que eso le insumía una cantidad de tiempo mucho mayor.
Así llegaron al final del Gran Premio y ambos fueron a
revisación técnica. Pero el destino no quiso que se descubriera la matufia y
como los autos eran iguales, el comisario técnico decidió que a uno se le
revisara la caja y al otro el diferencial, pero con tan mala suerte –para el
comisario deportivo- que los eligió al revés. Desarmaron la caja del que tenía
el diferencial largo y el diferencial del que tenía la caja larga… Conclusión:
ambos Isard 700 fueron clasificados oficialmente.
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