De la muerte de James Dean se ha dicho mucho, pero lo que pocos saben es
por qué era fanático del automovilismo.
Tal vez por esa necesidad de buscarle cierto romanticismo a una
tragedia, como si de otra película de Hollywood se
tratara, la frase “Vive rápido, muere joven y deja un bonito
cadáver” suele ser atribuida a James
Dean, aunque él jamás la pronunció. En realidad esas palabras
salieron de boca de John Derek en
la película Knock on Any Door de 1949,
muchísimo tiempo antes de que el propio Dean saltara a la fama. Aunque es
verdad que bien podría haber sido un perfecto epitafio para este joven actor de
24 años que falleció en 1955…
La
muerte encontró a Dean en el punto más alto de su carrera actoral, que se había
iniciado unos años antes. Después de varias participaciones en programas de
televisión y de extra en algunas películas, encontró la fama en 1954 a través
de su protagónico en Al este del paraíso.
Su gran trabajo le permitió luego lograr dos papeles que lo colocaron en
el Olimpo de las estrellas del universo hollywoodense: Rebelde sin causa y Gigante, que se estrenaron tiempo después de su
fallecimiento, que ocurrió el 30 de septiembre de 1955 mientras probaba un Porsche 550 A Spyder con el que pensaba participar
en una carrera en Salinas, California.
Jimmy había heredado la pasión por la velocidad de su tío Marcus, quien lo crió en su granja de Fairmount, en Indiana. Fue él quien le regaló una moto
de 125 cm3 cuando cumplió 16 años y quien también lo llevó a ver las 500 Millas de Indianápolis de 1949. Esa
experiencia que vivió en esa visita al Indianápolis Motor Speedway fue
la que despertó sus ganas de ser piloto…
El veinteañero Dean no perdió tiempo cuando cobró el dinero por sus
primeros trabajos en el cine. Se compró un Porsche 356 Speedster y a las dos semanas de
tenerlo lo utilizó para participar en una carrera en Palm Springs.
“Los
corredores veteranos no le daban crédito al neófito Dean, pero los sorprendió a
todos mientras su estudio no sabía que su preciosa propiedad volaba bajo a
altas velocidades”, escribió Gus Vignolle en
su tabloide MotoRacing al referirse a la
brillante actuación del actor de la Warner Bros que
terminó en una contundente victoria en la carrera preliminar.
En la competencia principal llegó tercero, pero accedió al segundo lugar tras la desclasificación del
ganador. Era 26 de marzo de 1955 y Dean no tenía idea que su vida se
terminaría, justamente, por seguir su gran pasión…
A aquel debut victorioso en Palm Srping le siguieron otras dos carreras.
En Bakersfield fue tercero en la general y primero en
su clase; mientras que Santa Bárbara abandonó
por una falla en el motor. Después de ese último compromiso la Warner Bros se puso firme y le prohibió al actor competir mientras
estaba bajo contrato. A Dean no le causó mucha gracia, aunque no quedó otra que
aceptarlo.
Sus hazañas en las pistas y el inminente estreno de Rebelde sin Causa,
que entre sus escenas tenía una carrera callejera, fue aprovechado por el Comité Nacional de Carretera para realizar un
spot con el objetivo de concientizar a los jóvenes sobre la conducción segura.
A Warner Bros le pareció una buena idea ya que, además, tendría la posibilidad
de promocionar la película…
En el spot Dean habla con su colega Gig Young, quien le
hace diferentes preguntas sobre su naciente campaña deportiva. En la escena
final Young le consultó si tenía algún consejo especial que darle a los
conductores jóvenes de Estados Unidos. Jimmy debía responder con el slogan del
comité: “Conduce con cuidado, porque la vida que salves puede ser la tuya”.
Sin embargo, dijo lo siguiente…“Recuerden, conduzcan con
cuidado, porque la vida que salven puede ser la mía”. La frase
fue, verdaderamente, premonitoria.
Finalizado el rodaje de Gigante, Dean estaba listo para volver a las
pistas y seguir acumulando experiencia para cumplir con su verdadero
anhelo: correr las Indy 500, algo que afirma Dorothy Schultz, experta en la vida del actor.
Para lograr la experiencia necesaria para conseguir su anhelo Jimmy se
propuso quería competir con un Lotus en
diversas carreras, pero como iba a tardar varios meses en llegar, el 15 de
septiembre se compró un Porsche 550 Spyder al que bautizó como Pequeño Bastardo. El deportivo pesaba 550 kg, tenía un
motor que erogaba 110 CV y su velocidad máxima
era impresionante.
Orgulloso de su nueva adquisición se la mostró a su colega Alec Guinness, quien años más tarde le daría vida
a Obi-Wan Kenobi en Star Wars. “¿Cuán rápido es?”, le preguntó Guinness. “Llega a 240 km/h”, respondió Dean. Guinness quedó
pasmado y le dijo: “Son las diez de la noche del
viernes 23 de septiembre de 1955. Si entras en ese auto serás encontrado muerto
en él a esta hora la próxima semana”…
En la mañana del 30 de septiembre, Dean y su mecánico salieron hacia
Salinas. Había desistido llevar el Porsche en un remolque ya que quería tomarle
la mano y ablandarlo. Cuando lo aceleró y tomó la ruta ni siquiera recordó las
palabras Guinness.
A las 15.30, Dean recibió un nuevo llamado de atención. Esta vez de un
policía que lo multó por exceso de velocidad. A las 17.50, el actor llegó al
cruce de las carreteras 466 y 41. De frente venía un Ford Tudor blanco y negro
conducido por alguien tan joven como él. Era Donald Turnupseed,
un estudiante de 23 años. El Ford dobló hacia la izquierda de repente y Dean no
tuvo tiempo de reaccionar….
El Porsche, que
marcha a la velocidad reglamentada de 90 km/h, se incrustó contra el lado
derecho del Tudor. Turnupseed solo se cortó la nariz. El mecánico salió
despedido del deportivo y sufrió fracturas de cráneo y una pierna. Dean tuvo
peor suerte: se rompió el cuello y falleció camino al hospital. Guinness había
fallado a su pronóstico por solo cuatro horas y 10 minutos…
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