domingo, 29 de julio de 2018

OPINION DESDE BOXES

¿QUÉ LE PASA AL AUTOMOVILISMO ARGENTINO?
La historia del automovilismo es clara: El duelo de las 2 tradicionales marcas norteamericanas con las cupecitas desde la aparición del TC a fines de los ´30; la lucha Gálvez-Fangio como emblema de la disputa en los ´40; la confirmación de Fangio como leyenda mundial, más la consolidación del TC en la ruta con dominio de los Hermanos Gálvez en los ´50, generaron una base fortísima de la predilección del automovilismo en el gusto del argentino medio. 
En los ´60 llegaron los autos compactos que modernizaron el TC, el Turismo Mejorado recreó el enfrentamiento entre autos de “calle”; en los ´70 las temporadas internacionales nos acercaron al mundo… el automovilismo se solidificó como disciplina deportiva en el país. Lo que siguió es más reciente: el TC a los autódromos, la enorme atracción que produjo Reutemann en F-1, la irrupción del TC 2000 con autos medianos y modernos, la televisación…y a partir de éste último hecho, se fue pergeñando una manera diferente de presentar las carreras, que pasaron a ser un “producto comercial” … 
Hasta hace poco tiempo se decía que el automovilismo era el 2º deporte en el gusto y seguimiento de los argentinos, después del futbol. Hoy, ¿nos animaríamos a ratificarlo? Yo, al menos, no.
Me da la sensación, respaldado por números de asistentes a los autódromos y el rating televisivo, que en estos últimos años el automovilismo mantiene mucha actividad, pero perdió el encanto, dejó de enamorar! si es así, la pregunta sería:¿porqué? 
Para fundamentar ésta hipótesis tengo muchísimas conjeturas pero ningún argumento será excluyente, y muy probablemente el resultado esté en la suma de todos ellos y de otros más… Decía antes que la televisión pasó a mostrar las carreras como un producto de marketing y sus responsables se esmeraron en armar un show. Así se fue perdiendo la esencia de las carreras, relegada para priorizar la “presentación” de ese espectáculo. Se piensa más en la puesta en escena que en la competencia en sí misma; en los carteles publicitarios y las promotoras antes que en la legítima lucha entre los pilotos, y todo eso fue desnaturalizando la competencia propiamente dicha…
Citaré solo algunos de los muchos puntos en cuestión: Empiezo por el TC que tuvo hasta fin del año pasado un campeonato con cambios reglamentarios constantes que le quitaron seriedad; una comisión directiva que aprieta a los pilotos para que no hagan declaraciones altisonantes; costos infernales que solo algunas “trampitas” impositivas permiten que tantos pilotos continúen corriendo; volantes que dicen en privado lo que no se animan a manifestar en público, “lucha de marcas” ficticias, porque ni los Ford son Ford, ni los Chevrolet son Chevrolet… 
…El STC 2000! le cambió de nombre a lo más importante que había logrado: su propia identidad después de 20 años (de llamarse TC 2000 pasó a STC 2000...), sostiene un duelo de marcas simulado porque los motores son los mismos para todos por igual; se sostiene con equipos oficiales que le dan un perfil diferenciador, pero que entre otros aspectos, prohíben a sus pilotos hacer comentarios críticos… no hablemos del Top Race que está dando estertores que ojalá no sean finales, pero la crisis económica que padece es muy severa y habrá que esperar para que pueda enderezar su curso… El rally, otra que pretende hacer creer una disputa de marcas que no es tal, donde solo ganan los 2 o 3 de siempre, carísima, que pide dinero exorbitante, con un calendario que define las sedes con poquísima antelación que impide la planificación y con una empresa organizadora que acaba de renunciar días antes de la 1º carrera del año!... Recordemos además que mayoritariamente, las carreras hoy las solventan los gobiernos provinciales; entonces, todo tiene “tufillo político”... algunos relatores de televisión (que me perdonen mis colegas..) parecen vendedores de feria, gritando y exagerando todo, como si el público no percibiera esa sobreactuación… 
Si tuviera que rescatar una categoría, el Turismo Nacional es hoy la que deportivamente mejor parada está, pero el cambio de canal de televisión para recibir “las mieles” del dinero del “Automovilismo para Todos” la perjudicó y no supera 2 puntos de rating, es decir, nada…
Todas tienen un denominador común: la ausencia de ídolos. Hay excelentes pilotos pero ninguna gran figura. Los ídolos que perduran no se fabrican, no surgen de la idea edulcorada de un productor artístico. Ortelli, Fontana, “Pechito” López por citar algunos de los mejores, pueden caminar tranquilos por un shopping que los reconocerá poca gente, y la culpa no es de ellos… son brillantes conductores, pero no tienen el perfil, el carisma, el “angel” de Luis Di Palma o de Juan M. Traverso por citar dos casos… pero también es cierto que tanto Luis como Juan María eran polémicos, discutidores, enfrentaban el poder porque tenían el “poder” de sus trayectorias y sus pergaminos, y lo hacían valer… hoy, salvo Matías Rossi hasta cierto punto, nadie se anima a levantar la voz… Esto ni siquiera es una crítica; es una característica de ésta época, en la que si querés comer torta, hay que aplaudir y no enojar al dueño de la torta… y así, es difícil que un piloto se haga popular, salvo que sume el talento de Fangio, Senna y Schumacher juntos…!
Todos se creyeron lo del “profesionalismo” y perdieron el espíritu amateur mínimo imprescindible para mantener la pasión; se le debe devolver al automovilismo la esencia de competitividad legítima, auténtica, creíble, sin verso ni repetidas frases hechas… ese espíritu que aún se vive en los zonales, donde el piloto, con esfuerzo, durante la semana prepara su propio auto y al día siguiente a las 8 de la mañana, abre su negocio para comenzar su trabajo cotidiano… 
En definitiva, hay que regresar a las fuentes: que la gente vuelva a creer que las carreras son carreras y no meros negocios que miramos por TV!!!
Raúl Barceló – Desde Boxes

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